12/9/06

Pretendiente de Poesía


Tal vez algunos lograron tenerla tan cerca como para percibir su aroma. Quizás hubo alguien que, a penas con la punta de los dedos, casi pudiera acariciarla. Y está claro que, para pretenderla, hay que creer en su existencia. Creer que puede estar en cualquier sitio. Y sólo así conseguiremos imprimir sobre el papel el cerco de la huella que dejó al pasar; transformar en óleo sobre lienzo ese lugar por donde ella anduvo; revelar su instantánea y fugaz aparición ante un objetivo; o danzar en torno a ella sobre un escenario.

Sólo el deseo de alcanzar la infinita perfección de su belleza nos incita a pretenderla, para sentirnos, verso a verso, más cercanos a ella, celosos de otros pretendientes que con ramos de poemas la agasajan.



Podría soñar contigo siempre,
arropado con tus versos,
y empapar con tus caricias
la sequedad de mis sueños,
pero te siento tan cerca
y a la vez... ¡estás tan lejos!

A veces abro los ojos
y en la oscuridad te veo
dibujando tu figura con el alba
y del día, que te abraza, siento celos.

Siempre estás al otro lado,
tras el tupido velo
que separa la dicha
del deseo.

Y aún así
te busco siempre en mis sueños,
entre las sábanas secas
del yugo de tu silencio,
viendo quedarse mis años
entre las huellas del tiempo.

¡Permíteme pretenderte

aunque me niegues tus versos!
Javier Feijóo
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